miércoles, 16 de marzo de 2011

Articulo del Padre Gregorio Cruz. Parroquia de Asunción Nochixtlán Oaxaca.

Domingo, día del Señor
“Adorarás al Señor, tu Dios, y a él solo  servirás.
Evangelio  Mt. 4,1-11.
En aquel tiempo, Jesús  fue conducido por el Espíritu  al desierto para ser tentado por el demonio. Pasó cuarenta días y cuarenta  noches sin comer y, al final, tuvo hambre.
Entonces se le acerco el tentador y le dijo: Si  tú eres el Hijo de Dios, manda que estas piedras se conviertan en panes.Pero Jesús les respondió: Está escrito: No solo de pan vive el hombre,  sino también  de toda palabra que sale de la boca de Dios.
Entonces  el diablo lo llevó a la ciudad santa,  lo puso en la parte más  alta del templo y le dijo: Si eres Hijo de Dios, échate para abajo,  porque está escrito: Mandara  a sus  ángeles que te cuiden y ellos te tomarán  en sus manos, para que   no tropiece tu pie en piedra alguna. Jesús le contesto: también está escrito:No tentarás al Señor, tu Dios.
Luego lo llevó el diablo a un monte muy alto y desde ahí le hizo  ver la grandeza de todos los reinos del mundo y le dijo: Te daré todo esto, si te postras  y me adoras. Pero Jesús le replico: Retírate, Satanás, porque está  escrito: Adorarás al Señor, tu Dios, y a él solo  servirás. Entonces lo dejo el diablo y se acercaron los ángeles  para servirle. Palabra del Señor.
Escuchamos el texto donde Jesús  impulsado por el  espíritu se va al desierto y es tentado por satanás, como acto inaugural de su ministerio. Jesús quiso someterse a la tentación para ayudarnos a vencerla. La condición mesiánica de Jesús y su filiación divina no lo apartan de la historia humana, de sus pruebas y sufrimientos. También El, como verdadero hombre, tiene que vivir el desierto de la prueba y recorrer el duro camino que conduce a la salvación.  Jesús nos da un vivo ejemplo de fidelidad ante las tentaciones presentadas por el demonio. Jesús puede vencerlas porque está fortalecido de su Padre Dios, está en íntima relación con él y con ello nos da ejemplo de lo que podemos alcanzar. El miércoles pasado con la recepción de  la ceniza iniciamos la Cuaresma, tiempo de preparación a las fiestas pascuales. El tiempo de cuaresma es un tiempo especial de gracia que la Iglesia nos ofrece para prepararnos interiormente a participar dignamente de la Semana Santa. Estos cuarenta días que  hemos iniciado tienen que ser una oportunidad de acercamiento a Dios, por ello la toma de ceniza, el ayuno y la abstinencia de carne tienen que ser elementos que nos ayuden a aprovechar este tiempo especial de gracia; es importante que no los veamos como una mera obligación, sino más bien como medios que nos acercan a vivir en la intimidad con Dios.
            Aprovechemos esta gran oportunidad de gracia, abramos un espacio a la reflexión y meditación para pensar sobre el caminar de nuestra vida y concientizar cómo la estamos administrando. Démonos también el tiempo para la oración personal y en familia, no olvidemos que la oración fortalece el espíritu del hombre y nos ayuda a estar firmes en los momentos más difíciles de nuestra vida, recordemos las palabras de San Agustín: “La oración es la fuerza del hombre y la debilidad de Dios”. Ojala también nos demos la oportunidad de reconciliarnos con Dios a través del sacramento de la Reconciliación. Y también, además del ayuno y la abstinencia de carne que hacemos los viernes, pensemos en el ayuno y la abstinencia que el Señor nos pide a cada uno de nosotros, y que  no es solamente no comer carnes rojas, sino evitar caer en las distintas situaciones de pecado que nos apartan de Dios, y abstenernos de gatos innecesarios; busquemos una austeridad de vida.
En fin, que estas prácticas cuaresmales no las veamos como una simple obligación, ni una carga, ni tampoco para darse suculentos platillos muy costosos de otras carnes. No olvidemos lo que verdaderamente agrada al Señor: “El ayuno que yo quiero de ti es éste, dice el Señor: Que rompas las cadenas injustas y levantes los yugos opresores; que liberes a los oprimidos y rompas todos los yugos; que compartas tu pan con el hambriento y abras tu casa al pobre sin techo; que vistas al desnudo y no des la espalda a tu propio hermano” Is. (58, 6-7).
Hay muchas tentaciones que nos pueden apartar de Dios, que el Señor nos de su gracia y su fuerza para poderlas vencer y que la cuaresma sea un tiempo propicio para volver al Señor. Recordemos lo que nos dice el Apóstol Pedro: “Vivan con sobriedad y estén alerta. El diablo, su enemigo, ronda como león rugiente buscando a quien devorar. Háganle frente con la firmeza de la fe…” (1Pe. 5, 8-9). Dios los bendiga. Feliz domingo.

P. Gregorio Gil Cruz Glz.

lunes, 14 de marzo de 2011

Comunicado de prensa del Arzobispo de Antequera Oaxaca

CAMBIAR DE MENTALIDAD Y DE CORAZON PARA MEJORAR
Comunicado de Prensa

Marzo 13 de 2011.

El Señor viene en nuestra ayuda, y en esta cuaresma nos señala el camino seguro y eficaz para levantar nuestra vida, la de nuestras familias y de la sociedad. Con la imposición de ceniza los creyentes expresamos externamente nuestro arrepentimiento y decisión de enderezar la vida, de apartarnos del mal para volvernos a Dios. “Arrepiéntete y cree en el Evangelio” es la exhortación a ponernos todos a la escucha de Dios, a centrar los ojos en Jesucristo y a seguirlo hasta la entrega de la propia vida.

Arrepentirse, convertirse, no se limita a quitar una falta sino a limpiar toda la vida, a darle un vuelco al rumbo que llevamos orientándonos a Dios y caminar hacia El; sólo poniéndonos frente a Dios nos miramos realmente como somos, como el mismo Dios nos ve y experimentamos que, a pesar de nuestras faltas y hasta de pecados graves, Dios nos quiere y, por lo mismo, nuestra vida tiene futuro.

Si queremos mejorar en serio nuestra vida y el rumbo de Oaxaca, tenemos que cambiar nosotros mismos de mentalidad y de corazón; de mentalidad, asumiendo los valores de la verdad, de la vida y de la justicia; de corazón, vaciándolo de resentimientos, de mentiras y de corrupciones. El cambio más importante es el cambio interior de cada uno de nosotros; no habrá un Oaxaca mejor mientras los hombres y mujeres no cambiemos de mentalidad y de corazón. Sea cual sea nuestra manera de pensar ante las injusticias, divisiones y la violencia, no podemos dispensarnos del esfuerzo conjunto para reconciliarnos y para reconstruir nuestra sociedad.

Creer no es algo secundario, es vital y tiene que ver con las actividades y relaciones de la vida diaria; sin fe la vida pierde su cimiento y apoyos, no sólo en lo personal sino también en la convivencia social. ¿Qué sucede a los esposos que ya no se creen?. ¿Qué pasa a las personas que ya no creen en sus autoridades ni en sus vecinos?. Creer es una actitud vital para toda persona porque en la fe nos jugamos nuestra realización y felicidad auténtica, nos jugamos la vida de calidad; el que no cree en nadie se cierra, se estanca, se niega a seguir creciendo y tarde o temprano se deshumaniza; creer en los demás, en Dios, nos pone en camino de una restauración profunda y de un crecimiento permanente; la falta de fe nos vuelve indiferentes y hasta enemigos.

Esta cuaresma tiene que ser especial para todos los católicos. El Señor nos llama a todos con amor: “Arrepiéntete y cree en el Evangelio”; ningún católico puede quedar al margen de la tarea de ser luz y fermento que abra a la esperanza con la savia del Evangelio, nadie está dispensado porque el mandamiento del amor es el distintivo del cristiano: “En esto conocerán que son mis discípulos, en que se aman los unos a los otros” (Jn. 13, 35). La caridad de Cristo nos urge.

La vida y la paz auténtica se construyen desde el corazón; necesitamos cambiar de mentalidad y de corazón para reconciliarnos. Tenemos la seguridad de que Dios puede cambiar los corazones de todos porque para Dios no hay imposibles; la fe en Dios es nuestra seguridad y fuerza. Exhortando y educando a vivir cristianamente la Iglesia, a través de los católicos presentes en los diferentes campos y servicios de la sociedad, continúa aportando a la justicia, a la paz y a la calidad de vida en Oaxaca.“Conviértete y cree en el Evangelio”.

Con mi saludo y bendición para todos.
               
                                                                                                 + José Luis Chávez Botello
 Arzobispo de Antequera-Oaxaca