Preocupa ignorancia al vestir al Niño Dios |
viernes, 28 de enero de 2011 | |
• Muchas personas cometen el grave error de confundir una imagen sagrada con un juguete, aseguran. Zoila Bustillo ¡Se visten Niños Dios! En estos días es muy común encontrar letreros como el anterior en los alrededores de las parroquias o en los mercados, donde se instalan los puestos para vestir a los Niños Dios de cara a la fiesta de la Candelaria. La oferta es inmensa: se ofrece una gran variedad de diseños, telas, tejidos, tamaños, accesorios, etc. Sin embargo, la mayoría de quienes prestan este servicio, poco o nada saben de lo que pide la Iglesia Católica con relación a los diferentes atuendos para vestir las sagradas imágenes. “Aquí tenemos todo lo que la gente busca. Cada quien escoge, le vestimos a su Niño de lo que ellos quieran”, fue el comentario de la señora María del Carmen Contreras, quien desde hace 25 años viste Niños Dios en un mercado al sur del Distrito Federal. Cuando se le preguntó si acostumbraba dar a sus clientes alguna explicación sobre las imágenes sagradas o sobre la fiesta de la Candelaria, su respuesta inmediata fue: “No, ¿para qué?, cada quien tiene su creencia y su santo favorito, yo sólo atiendo a mis clientes”. Casi la misma respuesta obtuvimos en otro mercado con la señora Pilar Díaz, quien –orgullosa- nos mostró su colección de uniformes de equipos de futbol: “tenemos el traje completo: short, playera, tenis, calcetas y balón. La gente que viene nos pide mucho al ‘niño futbolista’ ”. Pero no todas las personas que se dedican a este negocio carecen de una buena formación católica. Por ejemplo, la señora Abigail Lucero, lo primero que hizo fue hablarnos del gusto que siente por su trabajo, pero sobre todo, del respeto que le tiene a cada imagen que llega a sus manos, “porque es una representación de Jesús”. Abigail tiene 25 años dedicada a vestir Niños Dios, y desde hace casi 20 forma parte del grupo de estudios de Biblia en su parroquia; no obstante, el amor al niño Jesús lo trae en la sangre. En su puesto no se ve ninguna ropita de futbolista o de santo: “yo les explico a mis clientes que se trata de vestir al Rey de Reyes y que, aunque los santos son buenos, el hecho de vestir como ellos al Niño Dios, es como bajarlo de su trono”, manifestó. “Me han pedido que vista niños hasta de la ‘Santa Muerte’, pero yo me niego. A esas personas les hablo del respeto y del amor a Dios, y les enseño las bellezas de trajes que hay para poner hermosos a sus Niños Dios y llevarlos a bendecir al templo”, agregó. En estos lugares lo que más se vende son los ropones, que pueden ser tejidos, deshilados, bordados o incluso llevar pedrería fina. Estos últimos se hacen sobre pedido porque son los más caros. Pueden costar hasta más de 500 pesos. “Son una belleza, pero hay desde los 30 pesos”. Existen vestidos para arropar las imágenes de cuatro centímetros de tamaño, hasta los más grandes de 40 centímetros: de Niño de las Uvas, de las Azucenas, del Sagrado Corazón de Jesús, de las Palomitas, del Santo Niño de Atocha, etc. Todos con sus respectivos accesorios. ¿Qué pide la Iglesia? La Iglesia siempre ha enseñado que las imágenes del Niño Dios deben ser bellas, dignas y tratadas con decoro, porque nos recuerdan que Cristo nació, fue niño y creció entre nosotros. “Sin embargo, las imágenes no sienten y no es correcto pensar que tienen frío, se ponen tristes o se enojan si no se les cambia de ropita; al contrario, no es necesario ponerle nueva vestimenta cada año y si queremos ponerle un vestido digno y verdaderamente bello, valdría la pena ponerle uno solo”, explicó el padre José de Jesús Aguilar, especialista en religiosidad popular. Además –dijo- Cristo fue modelo de vida para los santos y son ellos quienes quieren parecerse a Jesús, por eso no debe vestirse a los Niños Dios de santos aunque se diga que está de moda, o para que se vea más original o porque se debe una manda. “Por muy ejemplares que sean para nosotros los santos, no debemos confundirnos y no debemos ‘disfrazar’ a Cristo de santo”, insistió el sacerdote, al tiempo que recomendó a los fieles que si quieren ponerle a su Niño Jesús un traje de una advocación, lo vistan de Niño de las Palomitas (recordando el significado del sacrificio), de Nazareno, de Sagrado Corazón, de Cristo Rey, de Cristo Sacerdote, de Buen Pastor, etc. Asimismo, exhortó a los creyentes a no dejarse llevar por “ocurrencias o modas que llevan a algunas personas a vestir la imagen de charro o de otras cosas, porque correríamos el riesgo de confundir una imagen sagrada con un juguete”. El P. José de Jesús lamentó que en muchas ocasiones las personas que se dedican a vestir a los Niños Dios sólo se interesen por las ventas, y es por eso que promueven ese tipo de “novedades”. Aclaró que tampoco es necesario seguir ciertas normas que algunas personas creen indispensables, como sentar al Niño Dios a los tres años, que los padrinos escogen y pagan el trajecito o que estos no se pueden cambiar antes de los tres años. “Sigamos con nuestro amor a Dios, a Cristo y a los santos. Aprovechemos que las imágenes nos hacen sentir más su presencia. Sintamos que Cristo es parte de nuestra familia, pero no caigamos en errores que desvíen nuestra fe y se conviertan en motivo para que los católicos seamos criticados como idolatras”, aconsejó finalmente el sacerdote. La fiesta de la Candelaria El 2 de febrero, Día de la Candelaria, es una de las más bellas y antiguas tradiciones que celebran los mexicanos. Según la costumbre judía es el día de la Purificación de María, pues es la fecha en que el Niño Jesús fue presentado al templo, después de que su Santísima madre cumplió la cuarentena de su parto. Esta fiesta católica tiene su origen en el libro Levítica que prescribía que todas las mujeres debían presentarse al templo a los 40 días para purificarse si el hijo nacido era varón, y a los 80 si era mujer. Su nombre viene de la bendición de las velas que también se hace ese día para simbolizar que Jesús es la luz de todos los hombres. En síntesis, engalanar al Niño para llevarlo a bendecir a la parroquia no debe ser un mero trámite, la Iglesia Católica explica que debe aprovecharse la ocasión para reflexionar acerca de la obediencia de la Virgen María y para agradecer a Jesús que haya venido a iluminar nuestros corazones en el camino a nuestra salvación eterna. |