¿QUEREMOS REALMENTE TRANSICION? PAGUEMOS EL COSTO
Comunicado de Prensa
Febrero 27 de 2011.
Para comprender lo que nos pasa y revisarnos en vistas a mejorar nuestro caminar, es indispensable centrarnos en los pilares fundamentales de toda sociedad; uno de ellos es el Bien Común. La correcta comprensión y búsqueda del Bien Común nos evitaría no pocos conflictos, ubicaría nuestro quehacer, nos ayudaría a sanear y a fortalecer nuestras instituciones y organizaciones. La Iglesia con su presencia y experiencia de veinte siglos en épocas, sociedades y sistemas políticos muy diversos, ha reflexionado y elaborado a la luz del Evangelio todo un cuerpo de principios, criterios y directrices que compendian la Doctrina Social de la Iglesia.
¿Qué es el Bien Común desde la Doctrina Social de la Iglesia?. El Concilio Vaticano II nos dice: “Es el conjunto de aquellas condiciones de vida social que facilitan tanto a las personas como a los grupos sociales el que consigan más plena y más fácilmente la propia perfección” (GS 26). Promover y proteger la dignidad inalienable, la unidad e igualdad de toda persona es la finalidad del Bien Común, lo que marca sus tareas. En toda búsqueda y promoción del Bien Común la persona es un fin y nunca un medio.
Nunca olvidemos que la persona humana alcanza su realización no en el aislamiento ni prescindiendo de los demás sino dentro de comunidades concretas y a través del don de sí mismo; solo viviendo con y para los demás nos superamos y maduramos. El Bien Común es de todos y de cada uno, no pertenece al Estado como tal sino a las personas como individuos llamados a la comunión donde cada uno descubre y logra su propio bien en relaciones sanas con los demás. No puede haber contraposición entre el bien personal y el Bien Común; la solución está en el esfuerzo de armonizar y de salvar a los dos; decía el Papa Juan Pablo II: “La persona se ordena al Bien Común porque la sociedad a su vez está ordenada a la persona y a su bien”.
En los sistemas políticos colectivistas la persona es vista como medio para conseguir el bien de la colectividad pero, en la práctica, se manipula o se oprime porque lo que cuenta es el Estado y no las personas. En los sistemas políticos liberales se da prioridad al individuo sobre la sociedad pero se descuida crear las condiciones sociales favorables a todos; en la práctica se olvida el Bien Común como bien social para todos, se propicia el individualismo agresivo, se alimentan familias y grupos de poder, el Bien Común y el servicio a la sociedad quedan solo como discurso y máscara.
Ningún sistema político es perfecto, ni bueno o malo en sí mismo. Solo en la correcta comprensión y búsqueda del Bien Común y con espacios de participación ciudadana responsable se purifican y responden mejor al Bien Común de todos los ciudadanos; de no ser así, se buscará más el interés de partidos o de grupos, se cae en la manipulación y en la corrupción, se alimentan cacicazgos y autoritarismos, se deterioran las mismas instituciones. Nos lo muestra y enseña la historia.
En este sentido son buenas señales los espacios de escucha y de participación ciudadana que el Ejecutivo y el Congreso del Estado están abriendo; esperamos se acrecienten y que el Supremo Tribunal de Justicia y los Partidos Políticos den también a la sociedad señales claras de esperanza. Confiamos en que la sociedad sabrá aprovechar estos espacios y promoverá otros propios e independientes para vigilar, apoyar, valorar y en su caso exigir a los gobernantes y partidos políticos transparencia, erradicar la corrupción y mayor responsabilidad en su cometido de promover y buscar el Bien Común. La sociedad los necesita a todos; es el paso indispensable a dar y el costo que debemos pagar para impulsar una auténtica transición.
Con mi saludo y bendición para todos.
+ José Luis Chávez Botello
Arzobispo de Antequera-Oaxaca